Derecho al Cuidado Digno

Es imposible concebir la vida sin pensar en los cuidados; desde el primer latido hasta el último suspiro, los cuidados son el pilar que sostiene la vida: nuestras vidas. Los cuidados son la mano que alimenta y que baña, pero que también acarrea el agua, que lava la ropa y que también prepara la sopa. Los cuidados son la mano que guía y revisa las tareas escolares al mismo tiempo que mentalmente repasa la lista del súper, que da los primeros auxilios o provee de cuidados especializados en casa; la mano que vela en la enfermedad, que acompaña en la vejez y que apoya en la discapacidad.

 

Todas estas actividades en su mayoría, se realizan por una sola persona en el hogar, que por lo regular es una mujer. Una mujer que para resolver todo este trabajo (estas actividades son trabajo no remunerado) tiene que asumir dobles o triples jornadas, o incluso abandonar su proyecto de vida (escolar, laboral o personal). ¡Esto no tiene que ser así! Por esta razón luchamos por la redistribución del trabajo de cuidados a través de licencias y permisos de cuidado para no abandonar nuestro proyecto de vida al tener que elegir entre cuidar o tener un empleo. Necesitamos programas, servicios y políticas públicas que generen espacios dignos, públicos y universales para atender el cuidado de personas que lo requieren por edad, enfermedad o discapacidad. Sobre todo, necesitamos que a todas las cuidadoras no remuneradas se nos reconozca nuestro derecho a tener derechos, ya que nuestro trabajo representó el 26.3  % del PIB en el 2022. Este PIB es un porcentaje aún mayor que el representado por el comercio, la industria manufacturera y la inmobiliaria en nuestro país 

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